El municipio de L’Hospitalet ha sido pionero en los programas de cooperación en el exterior, desde hace treinta años y hasta ahora, tanto gracias al compromiso de su tejido civil como de sus instituciones. En ello siempre han coincidido la vocación e identificación internacionalista del municipio con la excelente relación con los colectivos y asociaciones más sensibles a la solidaridad y la cooperación. Por ello el Gobierno de nuestra ciudad, de manera complementaria a los de Catalunya y el resto del Estado, reafirman su compromiso para contribuir al desarrollo de las regiones más deprimidas en el ámbito global, poniendo nuestra pequeña aportación para crear un mundo más justo y solidario. Todo desde la coherencia y la coordinación que nos da el acuerdo que supone nuestro Plan Director de Cooperación Internacional 2012-2015; en una situación dura de crisis, dónde se ha de ajustar y reinventar las actuaciones para poder seguir manteniendo las líneas generales con un coste menor para nuestros ciudadanos.
Nuestra cooperación no es un modelo generalista de estado, ni evidentemente un modelo humanitarista asociativo, sino que parte de una articulación legal y municipalista para convertirse en una política pública. El municipio es el ámbito más cercano de participación, es el más directo espacio de asunción de responsabilidades democráticas; por lo que son las que, de primera mano, recogen antes las preocupaciones sociales y sus inquietudes. De ahí que el ayuntamiento recoja el interés y la implicación de los ciudadanos de L’Hospitalet por colaborar en países del Sur y que le de una forma oficial e institucional.
Los gobiernos locales y la realidad municipal son clave para afrontar cualquier política de cercanía a los ciudadanos y enfrentarnos con éxito a la crisis. La crisis financiera, convertida en estos últimos años en una quiebra social y de valores no puede hacer que las ciudades pierdan su papel frente a la ciudadanía; hay que mantener y reforzar las políticas sociales, los programas de promoción económica y generación de empleo activo, y, por supuesto, el liderazgo y el papel de prestigio en el exterior, que no sólo contribuye a la accesibilidad a fondos europeos de cohesión, si no a la imagén de la ciudad en otros contextos, sirviendo como polo de actracción de inversión productiva y de I+D.
La Cooperación Internacional sitúa a los ayuntamientos en el mapa de la realidad global, les coloca en el marco de las oportunidades y visibilidad internacional.
Las ciudades son espacios legítimos, dotados de representatividad democràtica y con capacidad para articular la vida ciudadana, y no sólo se relacionan con sus homólogos en el espacio nacional e interno, si no que también interactúan con otros homólogos en países y regiones, tanto de forma bilateral, como en organismos internacionales o en redes de ciudades, como Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU). Este es un eje tanto de la Diputación de Barcelona como de la Federació Española de Municipis i Províncias (FEMP), en él los programas de captación de ayudas europeas son una prioridad, pero también los programas de cooperación hacia los países del Sur.
Las ciudades que tienen criterios y una visión internacional en la toma de decisiones aumentan de manera progresiva, también la medianas, como la nuestra, deben apostar por impulsar iniciativas con vocación internacional con el fin de atraer hacia nuestros territorios unas posibilidades que yan han dejado de ser patrimonio de gobiernos estatales y autonómicos.